Adentro

Me siento un poco perdido, sin rumbo. Meses atrás, cuando volví a la soltería, recuperé un tiempo libre que se me presentó como un aire fresco, una oleada de posibilidades. Pero hoy no sé qué hacer, no sé en qué usarlo. Cuando estoy en casa me paso las horas mirando series, leyendo, jugando a algún que otro jueguito, y perdiendo tiempo en redes sociales. Y esas “tareas” se repiten en un loop sin fin. Me cuesta salir de ese círculo. Incluso las tareas hogareñas como cocinar, barrer, cortar el pasto o lavar el auto fueron reducidas al mínimo. Siento que estoy dejando correr la vida.

A veces me obligo a salir, sobre todo algunas noches, en que termino yendo solo a un bar, aprovechando también para comer algo, ya que no me gusta cocinar. Pero ni siquiera es tan seguido, y cuando sí lo hago, tampoco interactúo con el mundo: llego al bar, pido una cerveza y una pizza, y me pongo a leer el libro que llevé. No tengo idea que impresión causaré a los que me ven, si la de tipo culto, o la de alguien bordeando la locura y la soledad.

Hay días que cuando estoy sumido en ese círculo de actividades no indispensables, miro por la ventana (sobre todo si es un día lindo como hoy), y me pregunto, ¿qué carajo estoy haciendo? Pero no encuentro respuesta, y sigo haciendo lo mismo, aunque con una carga de pesar un poco mayor.

Hoy aproveché el intervalo de una hora entre el partido de México y el de Alemania, y salí a caminar, que es algo que no hacía hace un montón. Y de repente me encuentro ahí, avanzando a paso relajado, mirando todo, pero mirando hacia mis adentros también. Me doy cuenta que me gusta salir, caminar, estar en el exterior, en contacto con la naturaleza, pero no lo suelo hacer. Por lo general estoy adentro, atrás de una pantalla. Todo el tiempo mirando una pantalla. Y ahí, avanzando por la vereda, viendo las hojas amarillas, caigo en la cuenta que lo real está acá, bajo el cielo, frente a la brisa. Pero esa luz artificial emitida por una superficie de 16:9 me nubla, no me deja pensar bien, aunque ahora parezca tan evidente.

Camino y pienso que tengo que salir más, ya sea a pie, o en bicicleta, o en auto. Salir. Pero también sé que cuando esté de regreso se me va a dificultar de nuevo. Y también pienso en mi rutina absurda del día a día, que no tiene ningún norte, ningún objetivo. En realidad soy yo el que no tiene objetivos. ¿Qué estoy haciendo? ¿Estoy viviendo? No estoy satisfecho con mi vida, eso lo tengo muy claro, pero tampoco hago demasiado por cambiarla. No sé cómo cambiarla. ¿Empezar a escribir un blog nuevo me va a ayudar en algo? No lo sé. Porque mientras escribo esto, estoy sentando frente a la PC, encorvado, con la luz blanca impactando en mis retinas, mientras por la ventana todavía entra algo de claridad, aunque yo no le de bola.