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Mostrando las entradas de agosto, 2020

Árbol testigo

Aquel tronco de solemne porte algo oblicuo, pero que conserva la soberbia original, observa a sus pies a viajeros del norte quienes en pacto con sus consortes sellan todo con una mirada. Con promesas hoy ya olvidadas busco arrancar de aquella corteza los antiguos votos. Mas, sorpresa, cuando arribo ya no encuentro nada.

Planes

Tiempo atrás he germinado un modesto limonero, y a la brevedad, espero ver mi libro publicado. ¿Pero hijos? ¡Qué descaro! No es tal uno de mis planes. Yo desoigo a charlatanes que señalan el fracaso cuando sus logros, al caso, fueron copia de refranes.

Opciones temporales

El otro día pensaba (y hablaba solo, y en voz alta, que es algo que estoy haciendo cada vez más frecuentemente) en esos supuestos imaginarios, absolutamente imposibles de acontecer, pero que son divertidos, o a lo sumo entretenidos a la hora de analizarlos y debatir un rato. Le propuse el tema a un par de amigos y gustó, y acordamos hacer una videollamada para hablarla detenidamente, pero si bien hicimos la “reunión”, después la charla se extendió en otros temas y nunca llegamos a esto. Pero qué tanta vuelta, y no se entiende de qué estoy hablando. Ahí va, ya lo digo. Lo que había estado pensando era… Imaginemos que podemos elegir una, y sólo una de las siguientes posibilidades. Son como superpoderes, o no sé si tanto, pero algo por el estilo, y todas un poco por la misma línea. Opción 1: viaje en el tiempo, tal como nos lo enseñó el cine de ciencia ficción. Puede ser a cualquier fecha a elección, tanto pasado como futuro, pero es únicamente un viaje de ida, es decir que no podemos

Otro olvido

Hace muchos, muchos años me habitué a llevar una mochila que cada vez que salía de casa. Realmente lo importante no era la mochila en sí, sino lo que había en su interior: un cuaderno. En esos tiempos yo tenía unos diecisiete años, y era la etapa de transición entre el mundo escolar y el universitario. Tenía mi bandita de rock y aspiraba a ser músico, y había concluido en la ventaja de tener siempre un cuaderno (y lapicera) a mano, previendo que en cualquier momento podía ocurrírseme alguna idea o frase que diera pie a una posible letra. Obviamente cuando iba a la facultad lo hacía con mochila y cuaderno, pero yendo al trabajo también, si tenía que ir a comprar algo lo mismo, y de igual manera cuando estaba de novio con Nina y me pegaba esos viajes maratónicos hasta zona oeste. Cabe destacar que cuando empecé con esto no existían los teléfonos celulares (o sí, pero no eran algo común). Más tarde tuve, pero no eran cómodos para escribir cosas. Después la banda se disolvió y dejé de pe

El problema de los 21 días, o la falta de memoria

“Cuando escribo algo, me tomo el trabajo de terminar el texto para luego pensar un título acorde. Esta vez fui en contra de mi costumbre y decidí empezar por ahí, pero apenas me disponía a encarar el primer párrafo ya me había arrepentido del titular. De todos modos decidí dejarlo. Al hablar de los 21 días como un problema (paciencia, ya van a entender de qué se trata), el lector me sabrá pesimista o gataflorista (que viene del refrán "sos como la gata Flora: si se la ponen grita, y si se la sacan llora"; es decir, inconformista). Pero vamos, soy pesimista, lo reconozco, y quienes me conocen lo saben, sólo que aquí estoy de incógnito y nadie conoce mi verdadera identidad. ” Hace un par de años, cuando comencé a escribir en este blog, me tomé la tarea muy en serio, y trataba de hacer publicaciones diarias, o casi. Era una forma de mantener activo el poder de redactar, para poder ganar ritmo y pulir, de algún modo, esa habilidad. Esto me llevaba a encontrarme durante muchos m

Donde vaya

Hace dos noches terminé de escribir un poema, o poesía, nunca me queda claro. De hecho busqué cuál era la diferencia entre ambas, pero no me terminó de quedar del todo claro. La cuestión es que terminé de escribir esa “cosa”, que me venía dando vueltas por la cabeza desde hace unos cuantos meses. De hecho hace mes y medio, cuando retomé este espacio, en un principio dudé de hacerlo porque ya tenía el poema empezado (apenas unos cuatro versos), y no quería que el blog direccionara mi poca energía literaria hacia otro lado. Después me di cuenta que tampoco iba a ser tan así, porque sin blog ya llevaba semanas sin agregarle ni una letra a lo otro. Ya había contado en otra entrada que desde hace tiempo que, con mayor o menor frecuencia, suelo usar la poesía como forma para canalizar algunas ideas y sensaciones, y que me resulta atractivo el darles una estructura de métrica y rima, y que hace algo menos de dos años me topé con poesías de Borges, a quien nunca antes había leído, y ahí empe