Entradas

Mostrando las entradas de junio, 2020

La confianza nunca fue mi mejor aliada

Las dos primeras semanas de octubre fueron como unas vacaciones. El inicio de mes me encontraba despegado de todo vínculo con mi antiguo empleador, y tenía quince días por delante hasta la fecha de mi viaje programado a España. De todos modos tampoco iban a ser tan relajadas esas semanas, porque ya me había comprometido con Carolina, quien había sido mi jefa hasta inicios de ese 2018, para editar una serie de entrevistas que habían hecho entre propietarios de almacenes. Fue un trabajo bastante más extenuante de lo que había presupuesto, y la verdad que estuve hasta el día anterior a la salida del avión, peleando por terminar la entrega. De todos modos, quizás la mayor parte de mi concentración y energía estaban puestas en la Rusa. Aquel primer beso que nos dimos la noche anterior a mi despido, fue como la confirmación de que las cosas empezaban a encaminarse. Venía atravesando un año bastante crítico desde lo sentimental, al punto que a principios de año había tomado la decisión (lle

Más tiempo

La pérdida del trabajo de un día para el otro había sido un cimbronazo, y como tal me había empujado por fuera de la frontera de lo habitual. Pero todavía no lograba darme del todo cuenta si ese repentino desempleo era del todo negativo, porque no me venía nada mal tener ese tiempo libre. Por un lado porque Carolina, quien había sido mi jefa hasta el mes de febrero, y quien desde entonces había fundado su propia empresa, solía darme trabajo eventualmente, que yo trataba de acomodar en mis tiempos libres. Justo unos días antes del despido había comenzado con uno de esos proyectos, y tenía que tenerlo terminado para mediados de octubre, cuando salía mi avión rumbo a España. Es decir que disponía de dos semanas, tiempo que a priori había juzgado suficiente, pero que luego comprobé que no era así, y hubiese sido absolutamente imposible de cumplir sin esa reciente disponibilidad horaria. El otro motivo de motivación (suena a redundancia) era que había conocido a la Rusa. La Rusa fue un ma

Despido

El 27 de septiembre de 2018 era un día como cualquier otro en la oficina. A decir verdad, esa semana y la anterior estaba con mucho trabajo porque había salido un estudio bastante grande, para el cual se tenían que hacer unas cien entrevistas, y yo me pasaba prácticamente todo el día dentro de una sala, filmando cada una de ellas. Si bien usaba trípode, y al ser una toma continua y estática no tenía necesidad de operar la cámara constantemente, sí era necesario que estuviese cerca y atento, para hacer las pausas en los momentos necesarios, y para los frecuentes cambios de batería y memoria. De a momentos, cuando calculaba que tenía unos diez o quince minutos en los que no necesitaba intervenir, me iba hasta mi escritorio para revisar mails, poner a cargar las baterías agotadas y cambiar un poco de aire. En una de estas incursiones, Cecilia, mi asistenta, me comenta que me había estado buscando Silvia, la de Recursos Humanos. Mi reacción fue “bueno”, porque a decir verdad no represent

Necesidad de escritura

Siempre encontré cierto placer por la escritura. Bueno, la palabra “siempre” tiene sentido dependiendo desde cuándo empezamos a contar, pero en líneas generales puedo afirmar que desde la post adolescencia que empecé con ello. Por aquellos años yo tenía mi bandita de rock, y si bien mi idea era ocupar únicamente el rol de bajista, por algún motivo además terminé cantando, y por algún otro motivo, escribiendo las canciones. Cabe destacar que los primeros intentos fueron francamente horribles, pero con el correr de los años dejé de tomar la letra como un mero relleno, y empecé a verla como un medio de expresión, donde podía canalizar cosas que quería decir y que no encontrase cómo. La verdad que nunca me gustaron demasiado esas letras súper directas al mejor estilo punk “la vida es una mierda y no me gusta nada”. No quería caer en eso, así que me vi forzado a decir esas mismas ideas, pero de un modo más sutil, más poético y metafórico, si se quiere. Porque en definitiva lo que yo quería

Reinicio

Ayer, y a dos años casi clavados del inicio de este blog, decidí darle una nueva oportunidad. Lo de la fecha no fue premeditado; es algo que estoy dándome cuenta en este momento. Pero por algún motivo que no puedo precisar entré, comencé a leer las entradas antiguas, y me dieron ganas de un resurgimiento. Tampoco es que haya tenido la gran vida en su momento, pero considero que de todos modos está bueno retornar a ese espíritu original, que era escribir abiertamente, tanto ideas como sentimientos, ayudado por la máscara del anonimato. Y que sean textos simples, coloquiales, sin demasiado artificio, principalmente para que no resulte una carga el ponerse a escribir. Es verdad que en este tiempo estuve escribiendo otras cosas, mayormente poesía, pero a veces ello requiere detenerse durante algún tiempo en busca de la palabra indicada. Acá trataré de priorizar la fluidez y la espontaneidad. Antes de sentarme a escribir quise leer todas las publicaciones que hice en su momento, para tene