El inicio


Belén me dijo que tengo que tratar de ir rompiendo mis estructuras. Belén es mi terapeuta. Hace poco que arranqué con terapia, hace algo más de dos meses, pocos días antes de cumplir los 34 años. Quizás debería haber empezado a analizarme mucho tiempo atrás, es probable, pero no lo sentí necesario hasta hace relativamente poco. No es que haya sido un negador, un detractor de la psicología. Hay gente que sí considera que hacer terapia es una boludez, que es para enfermos, o no sé qué otras cosas. Yo nunca pensé eso, pero simplemente sentía que no era para mí. Me parece que hace unas cuantas décadas había mucho prejuicio sobre el tema, y por ello se solía atacar o se veía mal a quien iba al psicólogo. Después el tema se fue normalizando, pero me da la sensación que se terminó llegando a un punto donde se invirtió un poco la cosa. Alguna vez escuché por ahí que somos el país con mayor cantidad de psicólogos por habitante. No sé si el dato es cierto, y no amerita investigarlo. A lo que voy es que con tanta terapia, y con tanta gente yendo a terapia, muchas veces uno se encuentra en grupos de gente en donde todos se psicoanalizan, y en tal entorno, el que no lo hace es visto como el raro. E incluso ahí empieza cierto aconsejamiento, o mensaje “evangelizador” en donde le recomiendan a uno (a veces con mucha insistencia) que empiece terapia. Y frente a esa insistencia, uno muchas veces termina tomando una postura de rigidez, de oposición, casi de rebeldía. Y esta pose, si sale muy de adentro, hace que sea difícil darse cuenta si uno está evitando terapia porque realmente no lo necesita, o para llevarle la contra al resto. Le encuentro cierta similitud a la insistencia que recibí de mi entorno para aprender a manejar. Esto empezó a los 20 años, y recién terminé sacando el registro a los 31, porque cada vez que me lo decían, me alejaba más. Pero eso lo contaré en otro momento.

Desde hace años que me doy cuenta que tengo ciertos mambitos. Uso el diminutivo porque considero (o consideraba) que eran pequeños. En realidad todos tenemos nuestras cosas, con lo cual no me parecía nada que mereciera una especial atención. Y pese a conocer gente que iba a terapia y que lo recomendaba, no me parecía que me fuese necesario. Es decir, entendía la utilidad, al igual que es útil ir al dentista o a cualquier médico. No es para todo, ni para todos por igual. Esto lo sigo sosteniendo. No es para todos, porque las personas no somos todas iguales, y puede ser que ante un hecho determinado, no reaccionemos de igual modo. Entonces, una persona puede necesitar una ayuda exterior, una ayuda terapéutica, y otro no. Ni tampoco todos los conflictos son comparables, porque una persona equis, ante un problema puede llegar a analizarlo y procesarlo por su cuenta, y para otro capaz necesita una mirada ajena y profesional. Y yo nunca sentí que me fuese necesario, que tenía mis temas, mis problemas, pero que parte del proceso era lidiar con ellos para sacar conclusiones y aprendizajes, y bla, bla. Pero fue a principios de este año me encontré en una situación en la que dije ok, esto ya no me parece que sea muy normal. Básicamente me encontré en Instagram con una foto de una ex novia (que nuestra relación se terminó hace ¡diez años!) con su novio actual, y me re pegó. Me bajoneó bastante, y no estaba preparado para eso. No creí que pudiese afectarme de esa manera, de hecho. Y ahí comprendí que por más que yo suela pensar todo mil veces, y sobreanalizarlo, e incluso llegar a ciertas conclusiones, esto ya se había ido de mis manos, y no podía lidiar con ello por mi cuenta. Necesitaba una ayuda profesional. Y bueno, estoy en ello.

Durante la vida uno va conviviendo y alimentando a una especie de monstruo que vive dentro de la cabeza. A veces se desmadra. Trataré de mantenerlo a raya, o de amigarme.

Comentarios

  1. no sientas nunca que querer a alguien es un problema, aunque se trate de una persona de tu pasado, aunque quizá no se lo merezca; hay gente que nunca puede querer a nadie, por suerte no estás entre esas personas.

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Coincido que querer a alguien no es un problema, pero sí puede ocasionar problemas. La culpa es de Disney y los cuentos infantiles que nos enseñaron una simplicidad absurda, y algunos la esperamos.

      Borrar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderBorrar
  3. Ami me paso lo mismo en el tema de ir a hacer terapia, mi mama desesperada por no saber que hacer conmigo porque yo me pasaba llorando ella quería llevarme al psicólogo porque yo sufría bullying en la primaria. Por desgracia tuve que ir, creía que tener que ir a contarle todos mis mambos a alguien no es lo mismo que contar con un familiar, pero después pensé y dije: ya que mis viejos no saben que hacer conmigo lo mejor es ir a pedir ayuda por otro lado. Lo conseguí por suerte y el consejo que me dio mi psicóloga no estuvo tan mal ,me llevo a analizarme muy profundo y a pensar sobre mi misma. Pero es como vos decís hay un instante en donde te planteas y decis que ya es necesario, es un recurso que no todos lo tenemos como el plan A, pero siempre es un ultimo recurso.

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Explicaciones

Carta espontánea

Otro olvido