Soñé con Nina
Anoche soñé con Nina. Ella fue mi primera novia, allá unos
doce años hacia atrás. Cuando terminamos el noviazgo en el 2008, no fue un
final claro. No es que la ruptura haya sido ambigua o que la relación se haya
ido apagando de a poco. A lo que me refiero es que después del final tuve las
mil y una dudas al respecto de si había tomado la decisión correcta. Ese año lo
recuerdo como uno de los peores de mi vida en cuanto a lo emocional. Todos los
días pensaba en ella, y me replanteaba todo.
En ese estado de angustia, un día empecé a soñar con ella.
Era lógico, porque Nina ocupaba mis pensamientos durante prácticamente todas
las jornadas, lo cual se traducía a veces en una continuidad onírica. A veces
esos sueños eran muy nítidos, casi palpables, plagados de detalles que le daban
una verosimilitud un tanto hiriente, al descubrir que por la mañana la realidad
era otra.
Estos eventos se sucedieron, y un día, al despertar de uno
de estos sueños tuve la idea (seguramente la copié de algún lado) de bajarlos a
papel. Pero qué cagada que no se me haya ocurrido antes. Porque ya había tenido
unos cuantos, que me era imposible recordar luego de semanas o meses. Y de
algún modo sentía que carecía de sentido empezar en ese momento. Más que nada
porque supuse que los sueños se iban a volver cada vez más esporádicos, o
directamente desaparecer. Y no escribí nada, pero al tiempito tuve otro. Me
volví a lamentar de no haber empezado con la escritura, y nuevamente lo dejé
pasar.
Luego de eso, cuando volví a soñar con Nina, entendí que lo
mejor era empezar a escribirlos de una vez, restándole importancia a si tengo
la “colección” completa de sueños, o si éste es el último. Así que aquel 23 de
septiembre de 2008 escribí el primer. No fue uno de los mejores. Decía: “En
la situación actual de distanciamiento, era como que nuevamente volvíamos a
chatear. No recuerdo exactamente quién tuvo la iniciativa. Creo que fui yo,
pero no puedo asegurarlo. No fueron más que algunos mensajitos vía MSN, en los
cuales se podía entender una buena onda mutua.”
Unos diez días más tarde volví a encontrarme con ella en mis
sueños, aunque al despertar no pude recordar nada; sólo la certeza de que la
había visto. También lo plasmé en el mismo archivo de Word que el texto
anterior, marcando la fecha. De esa manera empezó a crecer paulatinamente ese
documento que hoy llega a las 30 hojas, con un total de 96 sueños. Sí, porque
nunca dejé de soñar con Nina. Pasaron los meses y los años, y los sueños se
mantuvieron. A veces más frecuentes, otras muy aislados entre sí. Algunos super
largos y reales, otras tan vagos que apenas dejaban una sensación. Varios de
ellos en fechas muy puntuales como el día de mi cumpleaños, o el día de los
enamorados.
Los años no me hicieron desistir de mi tarea de recopilador,
casi como si fuese un cronista de mi propia vida onírica. Me mantuve firme,
pese a que cada vez que abría los ojos sentía una latencia de dolor. No tengo
muy en claro cuál es el objetivo de escribirlos. ¿Catarsis? ¿Usar la narrativa
como medio para expulsarlos de mí? ¿Releerlos periódicamente? Ni idea, pero
sigo.
A veces pienso que incluso el hecho de escribirlos, hace que
una parte de mi cerebro se mantenga atado al recuerdo de Nina, y esto mismo sea
el factor que retroalimenta el circuito y me lleva a volver a soñar. Pero
después de tantos años de constancia, es muy difícil dejarlo. Abandonar una
tarea sin haber conseguido nada. Pero también otro temor es que hoy, diez años
después de aquel noviazgo, lo único que me une con Nina son estos sueños, en
los que una mínima parte de mi inconsciente vuelve a tener un contacto con
ella. Y si los sueños desaparecen, la voy a perder definitivamente.
A mí me pasó lo mismo con un ex novio. Tomé yo la iniciativa de romper y me quedé mal con el tema. La cuestión es que pasaban y pasaban los años y una o dos veces soñaba con él y me hacía mal. Soy de tener sueños lúcidos y como a E. no lo vi nunca más me propuse darme cuenta que se trataba de un sueño si volvía a verlo. Un día sucedió que soñé con él y logré darme cuenta que estaba en un sueño; le dije que podía contar conmigo para lo que quisiera pero que por favor no volviera a aparecer nunca más en mis sueños. No volvió a aparecer. Mucho tiempo después un día estaba en la trama de otro sueño que nada tenía que ver con él, pero en un momento iba caminando por una calle y el venía caminando por la calle de enfrente en dirección contraria a la mía; cuando nos cruzamos me miró y me preguntó si lo había llamado; le dije "no" y cada uno continuó su camino. No volví a verlo nunca más.
ResponderBorrar"...una o dos veces por semana soñaba con él..." quise poner
ResponderBorrarYo recuerdo haber tenido, a eso de los 13 años calculo, una época en que siempre era consciente de estar soñando. Los sueños eran día tras día de diferentes temáticas, pero siempre yo sabía que era un sueño, y eso me daba libertad para hacer lo que quisiese como volar, o incluso torcer las voluntades de las otras personas, como si yo fuese el guionista de esa historia. En parte lo era, claro.
BorrarLos sueños pueden herir, pero aun así, que bueno que es soñar. Pensar que hay gente que no sueña (o no recuerda).
es que no recuerdan, todos soñamos y mucho! pero después o no recordamos o sólo lo hacemos pero una pequeña parte.
Borrarde una manera simple los sueños son deseos no? quizá la situación actual hace que uno añore otros momentos mas felices y no sea taaanto por esa perosna... no sé, digo...
ResponderBorrarque extraño... vengo del blog de S para acá y caigo en otro sueño... además de un bloguero nuevo!!!! no será un sueño también? ja.... saludos...
Si, es probable que lo que se extrañe sea un pasado, y no los protagonistas de ese momento. Pero... mientras tanto el simbolismo onírico puede doler.
BorrarSaludos!