Más tiempo

La pérdida del trabajo de un día para el otro había sido un cimbronazo, y como tal me había empujado por fuera de la frontera de lo habitual. Pero todavía no lograba darme del todo cuenta si ese repentino desempleo era del todo negativo, porque no me venía nada mal tener ese tiempo libre. Por un lado porque Carolina, quien había sido mi jefa hasta el mes de febrero, y quien desde entonces había fundado su propia empresa, solía darme trabajo eventualmente, que yo trataba de acomodar en mis tiempos libres. Justo unos días antes del despido había comenzado con uno de esos proyectos, y tenía que tenerlo terminado para mediados de octubre, cuando salía mi avión rumbo a España. Es decir que disponía de dos semanas, tiempo que a priori había juzgado suficiente, pero que luego comprobé que no era así, y hubiese sido absolutamente imposible de cumplir sin esa reciente disponibilidad horaria.

El otro motivo de motivación (suena a redundancia) era que había conocido a la Rusa. La Rusa fue un match de Tinder, pero con quien las charlas fluyeron como pocas veces, sin necesidad de esfuerzo por sacar tema de conversación, ni cayendo en el típico “cuestionario” que se hace con el fin de conocer a la persona que está del otro lado. Recuerdo que fue un domingo que al despertarme y mirar el celular, había descubierto el match. Empezamos a hablar ahí mismo, y para media tarde era tanta la buena onda, que sin más, arreglamos para ir a tomar unas birras esa misma noche, y continuar las charlas cara a cara. Cualquier tópico que tocábamos, resultaba que teníamos cosas en común. Y yo soy de los que se ilusionan rápido.

En cosa de una semana nos vimos tres veces, contando ese primer encuentro, pero siempre fui un poco lerdo para avanzar. Recién a la cuarta salida, cuando ya nos íbamos del bar, nos quedamos absurdamente mirando los graffitis que revestían la fachada del lugar. Digo absurdamente, no porque las pintadas no fueran dignas de apreciación, sino porque ya las habíamos visto, y sentía que esa observación se estaba extendiendo más de lo necesario. O mejor dijo, que ella la estaba extendiendo, como intentado crear un clima, o esperando algo. Capaz eso me dio un pequeño empujón, o la confianza que necesitaba. Nos besamos ahí mismo, de pie en la vereda del bar, y fue un beso real, sentido. No un beso aparatoso y desaforado, pero sí con una pasión más bien sutil y calma.

Y ese beso para mí fue un contrato. Un contrato invisible pero tácito, que ambos habíamos ido escribiendo párrafo por párrafo durante esos cuatro encuentros, en el cual los dos dejábamos asentado el interés mutuo; y nuestros labios fueron la firma. Me salió ahora esta comparación, no la tenía pensada, pero es un poco así. Siempre fue así para mí. Llámeseme romántico, o anticuado, o cosas peores, pero en ese beso mi sensación fue la de “acá empieza nuestra historia”. Obviamente no lo pensé en estos términos, pero en el fondo de mi alma esa era la sensación reinante. Subimos al auto y le pregunté si tenía ganas de venir a casa. Me dijo que no, que estaba medio detonada, y que mañana tenía que empezar muy temprano. Está bien, era miércoles.

El jueves a la tarde me despidieron, pero la felicidad naciente que me habitaba ayudó a mitigar el dolor, o la sorpresa, o el temor de verme sin trabajo. Pero qué bueno tener más tiempo libre, porque intuía que no me iba a venir para nada mal poder pasar más horas con la Rusa.

Comentarios

  1. no sé como llegaste a mi blog pero así yo llegué al tuyo. Y me gustó leerte, esto que escribiste, en fin.

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    1. Oh, gracias. Gracias por dedicar unos minutos a la lectura. =)

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  2. Gracias por tu comentario, increible en mi blog que me hizo pensar....y me encanta tu relato y que hables de sensibilidad. Dan ganas de leer más.

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    1. A veces está bueno no pensar... jaja.
      Un gusto que pases por aquí. Ya seguiré con la historia.

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  3. Entonces fue oportuna esa relación con La Rusa.
    Saludos.

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  4. Pienso que es un relato feliz. Un relato de una metrópolis, donde perder un trabajoe s duro, pero noe s el fin, sino la posibilidad del comienzo de algo nuevo. ¿Y qué algo más nuevo podemos tener que conocer un amor?

    Si es un relato verídico, suerte en tu buúsqueda.
    Si es mera ficción, suerte a tu personaje.

    Abrazos

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