Reinicio

Ayer, y a dos años casi clavados del inicio de este blog, decidí darle una nueva oportunidad. Lo de la fecha no fue premeditado; es algo que estoy dándome cuenta en este momento. Pero por algún motivo que no puedo precisar entré, comencé a leer las entradas antiguas, y me dieron ganas de un resurgimiento. Tampoco es que haya tenido la gran vida en su momento, pero considero que de todos modos está bueno retornar a ese espíritu original, que era escribir abiertamente, tanto ideas como sentimientos, ayudado por la máscara del anonimato. Y que sean textos simples, coloquiales, sin demasiado artificio, principalmente para que no resulte una carga el ponerse a escribir. Es verdad que en este tiempo estuve escribiendo otras cosas, mayormente poesía, pero a veces ello requiere detenerse durante algún tiempo en busca de la palabra indicada. Acá trataré de priorizar la fluidez y la espontaneidad.

Antes de sentarme a escribir quise leer todas las publicaciones que hice en su momento, para tener una idea concreta de cuáles son las cosas que había contado, en parte porque mi memoria viene tambaleándose desde hace un tiempo, pero también porque me parece interesante dar una especie de continuidad al relato. Porque no deja de ser eso, un relato visceral, genuino, como si el que está del otro lado leyendo fuese un amigo que ya me conoce. Pero como en realidad no me conocen, quiero arrancar con una especie de racconto de lo que viví en estos dos años. Capaz en otro momento profundizo en algunas de las cosas, pero ahora lo quiero hacer breve.

Casi a la par de la última entrada (septiembre de 2018), decidí irme a pasar unas semanas a España. Fue una decisión más impulsiva que premeditada, porque tenía vacaciones pendientes para tomarme, y compré el pasaje. Pocos días después de esta decisión conocí a la Rusa, una chica que me voló la cabeza. Fue un match de Tinder, y pegamos una onda increíble, al punto que organizamos para ir a tomar unas birras el mismo día que empezamos a hablar. Durante esas primeras semanas en que estábamos conociéndonos con la Rusa, me echaron del trabajo, con lo cual decidí dejar terapia, por lo menos hasta que pudiese acomodar mi economía.

Por la Rusa empecé a sentir algo que no había sentido en muchos, muchos años, y me daba un poco de miedo que el viaje que tenía programado para octubre enfriara las cosas. Pero no, se enfriaron incluso antes. Me fui a España, y estuve en Barcelona, Zaragoza, Bilbao y San Sebastián. Fue un viaje muy tranquilo, casi improvisado, y durante esas semanas se empezó a reactivar el diálogo con la Rusa, demostrando ella interesarse por mí, con lo cual el regreso prometía recibirme con buenas nuevas (no me gusta este término, pero me salió solito). Ya en Buenos Aires, la primera semana fue casi la gloria, pero después ella me dijo que no quería seguir. Puñalazo que me dejó bastante malherido, y hasta fin de año estuve hecho una piltrafa.

Este golpe anímico-emocional y el desempleo se confabularon para empujarme mucho más abajo del umbral del autoestima, con lo cual decidí recomenzar terapia, pero con otra persona. En marzo, otro nuevo match me llevó a conocer a Coty, con quien también congeniamos muy bien, y en cuestión de semanas estábamos de novios. Parecía apresurado, pero en realidad fue dar rienda suelta a lo que sentíamos. El hecho de estar yo desempleado (y ella freelance) hacía que pudiésemos vernos con mucha frecuencia. No había pasado un mes que nos conocíamos y ya le había confesado mi amor. Y sí, estaba enamorado. Pero al poco, poquísimo tiempo se empezó a complicar, porque ella comenzó con una escalada de ataques de pánico y agorafobia que tornaron todo muy complejo. Ese vínculo tan intenso de las primeras semanas, se fue desdibujando gradual pero tan velozmente, que en cuestión de cinco meses ya era un mero armazón hueco, carente de sentido. Lo bueno (si es que lo hay) de este desenlace, es que todo el desgaste se vivió dentro de la relación, con lo cual la ruptura fue más bien un alivio.

Para el mes de diciembre conseguí trabajo, que si bien era eventual por un período de seis meses, y en un puesto muy junior, lo sentí como una bocanada de aire fresco, después de más de un año de búsqueda. Empezó el 2020, y a pesar de que todo perfilaba a que iba a haber una continuidad laboral, llegó el covid para complicar las cosas, con su cuarentena y la consiguiente no renovación.

El presente me encuentra como a la gran mayoría en un encierro domiciliario, sin trabajo y con una parva de malestares y frustraciones. Pero despacio, hay tiempo de sobra para ir plasmándolas en estos bellos y brillantes caracteres digitales.

Comentarios

  1. Fue una buena idea este reinicio, darle una oportunidad más a este blog.
    Cuanta experiencia en el 2019.
    Saludos.

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    1. Que gusto verlo nuevamente por aquí. Veremos esta vez cuánta continuidad logro, je.

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  2. por qué el anonimato?
    por qué abandonar el blog que tan bien nos hace?
    por que si nos sobra tiempo no vamos a escribir a lo loco acá?
    por qué?

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    1. Muchas de esas mismas preguntas me las he hecho, y a algunas de ellas no tengo respuesta aún. Pero sí, creo que es un buen momento para volver a este camino y ver que depara.

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