Acomodando fichas

El repentino cambio de estado de ánimo que llegó con el año nuevo, me sirvió para poder ver las cosas con algo más de claridad. Más allá de que el peso más agobiante de la tristeza había quedado atrás, supe mejor que en ningún otro momento que las cosas no estaban bien, que tenía mucho por aprender, muchas cosas de mí por conocer, como primer paso para poder cambiarlas, y que mientras no lograse esto, no iba a percibir una mejoría real.

Había algo que me había dicho la Rusa en aquel último adiós que me quedó resonando durante mucho tiempo, por su crudeza, pero también por la veracidad que veía detrás de sus palabras. Ella creyó ver que yo tenía una notable baja autoestima. Nunca lo había pensado en esos términos, pero después empecé a atar cabos, y me pareció que muchas cosas de mi vida cotidiana, de mis actos y reacciones encajaban muy bien con esto.

Supe que era momento de retomar terapia, ¿pero con quién? En un primer momento pensé que volver a las sesiones con Belén, mi antigua terapeuta, pero más que nada me inclinaba por esta opción porque ella ya conocía gran parte de mi historia, y sentía que con ella me ahorraba mucho tiempo introductorio de mi vida, por decirlo de algún modo, y no tanto porque estuviese conforme con cómo había sido su trabajo. Llegué a mandarle un mensajito para ver cómo andaba de disponibilidad, a lo que me respondió de una manera que yo sentí muy fría, y donde lo primero que hizo fue informarme su nueva tarifa. Hubiese esperado un “hey, cómo andas”, algo más humano. Así que básicamente esta reacción me terminó de inclinar por buscar un nuevo terapeuta. Y un amigo me recomendó a un conocido suyo, así que después de un par de mensajitos de ida y vuelta, donde lo sentí muy abierto y muy buena onda, decidí empezar con Alejandro.

Lo primero que me llamó la atención de las sesiones, es que eran en el piso, sentados en almohadones, descalzos, lo cual era diferente a lo que estaba acostumbrado, pero le daba un aspecto más informal que me pareció que estaba bueno. Y aparte él, un flaco de aproximadamente mi misma edad, no estaba en la pose de psicólogo que refuerza una distancia entre el profesional y el paciente, sino que un poco se generaba un ambiente casi de igual a igual. Y otra cosa que me gustó de esos primeros encuentros, es que a veces yo venía medio embalado contando algo, y él me hacía salirme por la tangente de mi relato, llegando a cosas que no tenía pensadas. Porque un poco me pasa que yo me sobre analizo, pienso y repaso todo mil veces, y con frecuencia llegaba a la sesión ya teniendo el guión de lo que iba a hablar.

Después, conforme fueron pasando los meses, así como estaban estas cosas que me parecían piolas, había otras que no me terminaban de cerrar, o sentía que no iban muy en sintonía conmigo, o con lo que yo buscaba. En un momento quise dejar, pero él me convenció de que no, y empecé a ir cada quince días. Y estuvo bien, pero (spoiler) terminé dejando es marzo de este año, es decir poco más de un año después de haber empezado. Es que no sé, ¿cuánto es el tiempo en que uno tiene que sentir una mejoría o un avance? No sé. Es cierto que durante ese año no estuve siempre igual; hubo altibajos, pero no sé hasta qué punto esas mejorías fueron producto de avances logrados en terapia, o si no tuvieron nada que ver. Pero en sí, después de haber pasado el año, hice como una llamada introspectiva y me dije ok, no estoy mejor que hace un año. Capaz tampoco peor, pero pasó un año y estoy en la misma. Y ahí decidí darle un cierre a esa etapa, siempre con la idea de seguir en la búsqueda de un nuevo terapeuta que dé en el clavo. Pero una semana más tarde empezó la cuarentena, y luego perdí el trabajo, así que ahora estoy esperando que se alineen unos cuantos astros para empezar a acomodar fichas.

Comentarios

  1. me gusta tu búsqueda principalmente, que no te quedas quieto que es lo peor que podrías hacer y que casi todos hacen, estar en la cómoda y que todo se mejore como por arte de magia... me gusta esa clase de terapeutas que seguro siguen el método de alguien (Lacan?) en el cual interactúan con el paciente... se de otros que solo te tiran una pregunta la final y chau, a tu casa...

    La rusa? nunca mas la viste o estoy espoileando entradas futuras? ja... saludos

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    Respuestas
    1. Este terapeuta era de la escuela Gestáltica, pero ni idea que es lo que significa eso. A la Rusa no, no la volví a ver, y creo que hoy ya no me pesa. Capaz un dejo de "lo que pudo haber sido", pero no más que eso.
      Con respecto a mi búsqueda, en realidad soy muy sedentario en ese sentido. Me cuesta muchísimo buscar activamente una salida. Hay momentos, como el que contaba acá arriba, en que estoy más cerca de tomar las riendas, pero otros (como ahora), en que caigo en un letargo.

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    2. solo sería bueno el darte cuenta de la inacción y arrancar, vencer la abulia... saludos

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