La confianza nunca fue mi mejor aliada
Las dos primeras semanas de octubre fueron como unas vacaciones. El inicio de mes me encontraba despegado de todo vínculo con mi antiguo empleador, y tenía quince días por delante hasta la fecha de mi viaje programado a España. De todos modos tampoco iban a ser tan relajadas esas semanas, porque ya me había comprometido con Carolina, quien había sido mi jefa hasta inicios de ese 2018, para editar una serie de entrevistas que habían hecho entre propietarios de almacenes. Fue un trabajo bastante más extenuante de lo que había presupuesto, y la verdad que estuve hasta el día anterior a la salida del avión, peleando por terminar la entrega. De todos modos, quizás la mayor parte de mi concentración y energía estaban puestas en la Rusa. Aquel primer beso que nos dimos la noche anterior a mi despido, fue como la confirmación de que las cosas empezaban a encaminarse. Venía atravesando un año bastante crítico desde lo sentimental, al punto que a principios de año había tomado la decisión (lle...