Acomodando fichas
El repentino cambio de estado de ánimo que llegó con el año nuevo, me sirvió para poder ver las cosas con algo más de claridad. Más allá de que el peso más agobiante de la tristeza había quedado atrás, supe mejor que en ningún otro momento que las cosas no estaban bien, que tenía mucho por aprender, muchas cosas de mí por conocer, como primer paso para poder cambiarlas, y que mientras no lograse esto, no iba a percibir una mejoría real. Había algo que me había dicho la Rusa en aquel último adiós que me quedó resonando durante mucho tiempo, por su crudeza, pero también por la veracidad que veía detrás de sus palabras. Ella creyó ver que yo tenía una notable baja autoestima. Nunca lo había pensado en esos términos, pero después empecé a atar cabos, y me pareció que muchas cosas de mi vida cotidiana, de mis actos y reacciones encajaban muy bien con esto. Supe que era momento de retomar terapia, ¿pero con quién? En un primer momento pensé que volver a las sesiones con Belén, mi antigua...