Las riendas de Palermo
La
gente de campo dice que cuando uno está aprendiendo a cabalgar y se cae del
caballo, no tiene que dejar pasar mucho tiempo para volver a montar. Hay que
enfrentar el temor y la aprehensión causada por el animal y por la mala
experiencia, y mantenerse constante. Si uno espera y pasan los días, algo
empieza a obrar en nuestras mentes, y cada vez nos va a resultar más difícil
volver a la práctica, hasta el punto que ya nos será inmanejable.
Eso es lo bueno de haber
nacido en la ciudad y no tener que subirse a un animal. Pero no tan rápido,
porque esto puede ser llevado a otros ámbitos de la vida. Y hoy por hoy, creo
que mi caballo es ir a Palermo, que es donde vive Laura. Qué lástima que no es
de Caballito, porque me vendría como anillo al dedo para este relato.
La cuestión es que desde
que terminamos con Laura, ya hace unos diez meses, de alguna manera evité tener
que ir a Palermo, porque es más simple mantenerse alejado de ese caballo que
tomarlo por las riendas. Fui un par de veces; primero porque hice un taller de
escritura, después a algún recital, o un encuentro con amigos. Pero en todos,
el resultado es similar. Como termino circulando por muchas de las mismas
calles por donde solía pasear con Laura, hoy las revivo en un andar entre
melancólico y paranoico. Pero sobre todo paranoico, porque siento
constantemente la posibilidad de encontrármela en cada esquina, y no saber cómo
enfrentar esa situación.
Tampoco se puede estar sin
volver a Palermo (o a Caballito) porque tarde o temprano uno tiene la necesidad
de acudir a ese barrio.
Y el sábado fui, porque ese
mismo día, medio improvisadamente arreglamos para cenar con un par de amigos.
Por suerte fue tranquila la visita, digo, sin esta intensa idea persecutoria de
mi parte. Creo que esto pudo ser porque estaba lloviendo, e imaginé que con ese
clima horrible eran menores las chances de que Laura saliese de su casa; aunque
también puede que hayan influido los dos litros de cerveza que había tomado durante
la tarde. Con Santiago y Ezequiel fuimos a una especie de bar de comida judía,
al cual entré con cautela, tratando de divisar las caras de los que se
encontraban ahí. No fue grave.
Mi idea principal había
sido proponer de ir a comer a La Peca, que es un local que está justo en la
esquina de Ezequiel. Está bueno, yo fui varias veces a cenar ahí con Laura, y
la comida es rica. Además, como está tan cerca, es menor el riesgo de topármela
por la calle. Pero me encontré con que lo cerraron al lugar. Me dio entre
sorpresa y lástima, porque tenía una linda ambientación y era de esos lugares
que valían la pena. Uy, cuando le diga a Laura que cerraron el… Ah. Cierto.
lo único paranoico acá sería que ella sepa de este blog y lo lea... si es así si que estás frito eh... porque claro, vos se lo hiciste saber je... (igual 10 meses me suena a poco para hacer un duelo como se merece... tiempo al tiempo)
ResponderBorrarPor cosas como estas es que mantengo mi anonimato. Si, es verdad que diez meses es poco tiempo capaz para un duelo. Con Nina llevo diez años y aun me persigue. ¿Ahi que me decis? jajja
BorrarEspero que puedas seguir saliendo a los sitios que quieras y te gusta y todo vaya bien.
ResponderBorrarBesos.
Uff, es que posiblemente no sean más que enrosques mentales. Pero a veces uno se siente prisionero de su propio entrevero de pensamientos y emociones.
BorrarTodo el mundo en los blogs tiene anonimato jajaja
ResponderBorrarme parece bien!
yo me muestro jajaja Y me han descubierto
Un abrazo grande para vos y Buenos Aires
Jaj, trataste de ser anónima y te descubrieron. No te dejan ser!!
BorrarTe juro que antes de leer el post, lo primero que pensé fue "quedaría mejor si se llamase Las Riendas de Caballito". Jajajaja. Me alegro de que hayas retomado tus viejas costumbres. La vida debe continuar después de una ruptura y no podemos dejar que la otra persona nos condicione. Besos!!
ResponderBorrarSi, es que por mi personalidad tiendo más a retraerme, a aislarme y tomar distancia de los promlemas, o posibles problemas. Evito el conflicto. Pero como el conflicto puede estar en cualquier lugar, me alejo de todo. Igualmente, ayer me enteré de algo. Capaz hoy lo publico.
BorrarTomar distancia de los lugares o las cosas que nos duelen sirve para ir sanando...luego con el tiempo uno vuelve a incorporar las cosas desde uno mismo...
ResponderBorrarSi, supongo que algo de eso debiera ser así. O por lo menos es lo que espero. El temor es acostumbrarse a esa distancia, asimilarla y luego no poder recuperar el espacio perdido.
Borrar¡Hola! Uy, qué difícil es cuando hay una ruptura tan cercana, lo importante es encontrar el valor para seguir adelante y saber que la vida sigue, aun sin esa persona que tanto quisimos.
ResponderBorrarUn gusto leerte <3
¡Un abrazo!