Violencia, con V de Vegano
Cuando yo era chico e iba a catequesis para tomar la primera comunión, había algo que los representantes eclesiásticos hacían con mucha destreza: lograr que el endeble niño de nueve años asimilara los preceptos católicos y sintiese culpa si cometía algún acto que iba en contra de esta moral. Pero éramos niños, y algo de rebeldía innata seguía corriendo por nuestras venas, como aquel día en que mi hermano, estando aún en el patio de la iglesia esperando a nuestra madre, aplastó a un sapo con un baldosón. Un par de los que fuimos testigos nos sentimos impactados por el hecho: un asesinato a sangre limpia en plena casa de Dios. La moral religiosa, efectiva en aquellos días, fue perdiendo presencia a medida que pasaron los años y uno fue informándose y conociendo otras realidades diferentes a la que enuncia un pequeño libro escrito vaya uno a saber cuándo, y plagado de frases entre metafóricas y aburridas. Sin embargo, más allá de todo docto religioso, hay otros grupos humanos qu