Primer recuerdo de la niñez


La memoria opera de formas indescifrables. Y eso no está del todo bien, porque muchas veces uno termina quedando como un gil o un despistado por haber olvidado algo que nos dijeron hace un par de días, y que aun habiéndole prestado atención porque sabíamos que era importante, hoy ya no lo podemos recordar aunque hagamos todo el esfuerzo del mundo. Me acuerdo en el año 2005 cuando fui al recital de The Offspring. En la previa, mientras tocaban las bandas teloneras, en medio de la marejada de gente una chica se calló al piso, con riesgo de ser pasada por arriba. Yo la ayudé a levantarse, y cruzamos un par de palabras, porque como el volumen de la música estaba muy alto era imposible mantener una conversación. Ambos nos quedamos mirando al escenario, y ella me dio la mano, lo que interpreté como señal de agradecimiento. Luego, durante el intervalo entre bandas ella me dijo su nombre y me dio su correo electrónico. En ese momento, sin teléfono celular, tuve que elucubrar mil reglas mnemotécnicas para que ese dato no cayera en el olvido. Fueron horas, hasta que llegué a casa, desviviéndome por retener esa minúscula información almacenada entre un par de neuronas.

En contraparte, el cerebro se encarga de mantener siempre vivos, siempre accesibles otros datos que ya no nos sirven para nada. Mi amigo de la primaria se llamaba Sergio Miguel Juárez Morano, y vivía en la calle Del Vale Iberlucea al 2233, y el número de teléfono de su casa era el 4723-3652. Hace por lo menos dos décadas que no tengo contacto con él, pero sin embargo, esa información me quedó tatuada de manera perenne en el lóbulo parietal.

No tengo dudas que dentro de unos años van a salir a la venta dispositivos que nos van a permitir acceder a ciertos recuerdos que creíamos olvidados, o a suprimir información innecesaria o indeseable, y a proteger otros para asegurarnos que se mantengan inalterados. Nuestros cerebros se van a transformar en auténticos discos rígidos, sólo que su aspecto seguirá siendo diferente al de un disco, y que tampoco serán rígidos, sino más bien viscosos.

Justamente hace unos días me mostraron un prototipo de esta tecnología, y después de una insistente demostración de súplicas y ruegos, me dejaron probarlo. Con un par de diodos conectados a las sienes, comencé a ir hacia atrás en el tiempo hasta llegar a mi primer recuerdo. Yo tenía un año de edad. Doy fe de ello, porque aparecía mi abuelo, quien falleció cuando yo tenía esa edad. Recuerdo estar yo sentado en el primer escalón de casa, observando como él lo empujaba a mi hermano que iba en un triciclo. Fue tan sólo esa escena que se prolongó durante unos segundos antes de cortarse. Lo recuerdo perfectamente.

Lamento refutar a quienes dicen que no se pueden tener recuerdos anteriores a los tres años de edad, porque esto demuestra lo contrario. También lamento desilusionar a los que creyeron lo de la maquinita con los diodos, porque ya no recuerdo si eso fue cierto, aunque casi seguro que no.

Comentarios

  1. ¡Hola! Curioso lo que cuentas. Alguna vez leí que la memoria es una construcción colectiva porque parte de nuestra vida de pequeños, la asimilamos a través de historias que alguien más nos cuenta y a la largo, creamos el recuerdo y lo asumimos como propio. No sé qué tanto dependerá la memoria a largo plazo, los que saben, dicen que empieza a partir de los cinco, aunque tengo algunos recuerdos anteriores, flashes muy cortos de cosas que pasaron y otras que me contaron. Seria genial poder olvidar aquello que molesta o que es inutil recordar <3
    ¡Un abrazo!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Con la idea de poder olvidar lo que molesta, pienso en la película Eterno resplandor de una mente sin recuerdos. Si no la has visto, es super recomendable.

      Borrar
  2. No, no te había creído. Pero es que yo soy muy escéptica. Jajajaja.
    Yo la infancia la tengo borradísima. No te hablo de lo anterior a los tres años sino de prácticamente toda la infancia. Tengo recuerdos sueltos pero mi chico, por ejemplo, tiene la infancia super marcada en la cabeza. Se ve que es una etapa de mi vida que a mi mente no le interesó conservar. Jajajajaja. Besotes!!!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ojo, capaz es verdad lo de la maquinita, pero sólo dije que no para despistar...

      Borrar

Publicar un comentario

Entradas más populares de este blog

Explicaciones

Carta espontánea

Otro olvido