Fecha
No me gustan los problemas,
y cuando tengo que enfrentar un conflicto no sé como actuar. Por eso, tiendo a
evitar muchas veces las cosas que pueden llegar a traducirse en un escollo.
Caminar por un sendero de gravilla puede provocar que una pequeña piedra se te
meta en la zapatilla, así que yo elijo quedarme quieto, o volver por los
caminos habituales, aunque ya sepa que por ahí no voy a encontrar nada
interesante.
Con las relaciones me
sucede, que una vez terminadas y transcurrido un tiempo desde el final, tiendo
a volver a acercarme, no estoy seguro con qué planes. Posiblemente no tenga
ninguno, pero quiero sentir que todo quedó bien entre nosotros, que no hay
rencores, que la conexión sigue viva de algún modo. Los cumpleaños de las ex
son claves, porque son los días en que me siento con derecho de disparar un
mensajito inocente, saludando y preguntando cómo andan.
Hoy es el cumpleaños de
Angie, y hace semanas que vengo pensando en esta fecha y en qué hacer. Tengo
ganas de escribirle, de hacerle saber que conservo cariño hacia ella, que me
responda con buena onda para confirmar que yo también sigo significando algo.
Creo que es eso: saberse necesario o querido. Pero veo en el historial de
WhatsApp que el año pasado respondió con un cortante “gracias”, para año nuevo
sólo recibí como respuesta a mi saludo un contundente doble tilde azul, y para
mi cumpleaños, la nada misma.
Es duro entender que del
otro lado hubo una efectiva superación de la relación. Sólo del otro lado. Y yo
no quiero convertirme en ese ser insistente, terco, que no comprende que la
otra campana hace tiempo que dejó de sonar. Internamente, siento que el vínculo
debería seguir, pero sin el deseo desde ambas partes no puedo hacer nada.
Feliz cumple, Angie.
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