Patético lo tuyo
Los
seres solitarios, introvertidos, también solemos sentir necesidad de conocer a
alguien, pero ese deseo entra en conflicto con las dificultades para llevarlo a
cabo. Podemos ir a bares, fiestas, recitales, eventos varios, pero lo más
probable es que no podamos salir de nuestro pequeño universo. Cruzar esa
frontera invisible y penetrar en el microcosmos de otro ser pareciera tarea
imposible. Puede pasar, de hecho ha pasado, pero en el momento resulta un
trabajo insondable. Frente a este panorama, aplicaciones como Tinder y sus
símiles parecen ser una buena opción para conocer gente, pero, en mi caso
particular, no dan frutos. Yo busco crear un lazo y no un sexo casual, y este
tipo de herramientas van por un camino alternativo; apuestan por un costado
superficial.
Sin embargo, las redes
sociales en general sí son un marco que parecen facilitar el acercamiento entre
personas. De hecho, en la prehistoria, yo conocí a Nina por Fotolog, lo cual es
muestra de ello. Más tarde Facebook, y luego Instagram ocuparon este rol de
ventana al universo social, con la aparente posibilidad de toparnos con
alguien, con esa persona tan especial que uno desea encontrar. Pero todas estas
redes tienen su contraparte negativa, porque cada par de ojos brillantes que
uno ve, cada sonrisa cautivante que aparece en un perfil, parecen ser las
indicadas, y por lo menos yo, no puedo evitar proyectar una vida juntos. He
tenido tantos futuros felices de centésimas de segundos de duración, que perdí
la cuenta.
Mandar solicitud de amistad;
seguir; mensaje directo: algunas veces uno lo hace con esa remota esperanza de
recibir una respuesta que, grano a grano, empiece a gestar un vínculo.
Pareciera que eso da mayores cimientos que un match. Y de a poco, en un trabajo
de hormiga devastador, uno empieza a reaccionar ante las fotos de esa persona,
con un like, un emoji, y comentario, a fin de ir haciéndonos visibles, de
emerger y resaltarnos dentro de esa marea vasta y abrumadora, donde seguramente
desbordan otros seres como nosotros. Uno se esfuerza en hacer un comentario
gracioso y original para causar impacto. Pero es raro que pase.
Como hoy, que uno de estos
contactos esperanzadores a los que sigo en Instagram, subió una historia equis:
un video de un paisaje. Respondí haciendo un comentario sofisticado,
innecesario sobre el movimiento de la cámara. Fueron un par de líneas
innecesarias, rebuscadas, cargadas de un interés inexistente sobre el modo de
filmación. Casi instantáneamente, ella me respondió que no entendía de qué le
estaba hablando, pero que relaje. Entendí que tenía razón. Estaba muy enfocado
tratando de despertar un interés del otro lado. Deduje que este tipo de
contactos superfluos no tienen gollete, y ya no quise aferrarme a una esperanza
vana. Acto seguido, le di la razón, y dejé de seguirla.
Un par de minutos después,
me responde “patético lo tuyo”, e hizo lo propio. Volvió a estar acertada.
¡Es un prueba y error! No nos queda más que transitarlo. Lo lindo es cuando hay buena onda del otro lado y se puede conectar (como mínimo, un vínculo amistoso: eso siempre es bien recibido). Ahora, ella parecía estar más a la defensiva y ser poco amable. Yo también la hubiese dejado de seguir.
ResponderBorrarDe todas formas, está bueno caer en la cuenta de que estábamos idealizando. Habrá que tomárselo con calma y seguir buscando.
PD: no me aparece la opción para seguirte o suscribirme.
Si, el tema es ese, que uno termina idealizando, y ve cosas, y proyecta otras que no son ni serán.
BorrarNo supe cómo agregar lo de los suscriptores.. ja.
Tremendo esto de las relaciones por las redes. Yo mismo en este momento me pregunto que carajo pensaras cuando recibas este comentario, dirá "Que pelotudo", "innecesario" o " mira que bien lo que piensa el flaco este"
ResponderBorrarAbrazo
Hay que pensar menos , definitivamente!!! Dejar que la vida fluya y lo que tenga que pasar, pasará quieras o no!! Beso conocido virtual!!
ResponderBorrar